En 1999, Sean Parker y Shawn Fanning motivados por el deseo de compartir los infames archivos MP3 a través de diversos ordenadores se dieron a la tarea de escribir un código que hiciera posible distribuir archivos de música entre una red de usuarios llamada peer-to-peer, lo que dio como resultado el controversial servicio de intercambio, Napster.

Tal vez muchos de ustedes nunca tuvieron que utilizar una conexión dial up, esperar horas para descargar una canción y rezar un par de padres nuestros para que tu fuente de descarga no se desconectara y perdieras el archivo que tanto deseabas

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Sin lugar a dudas, el crecimiento de la tecnología hoy nos permite archivar, gestionar, usar y alterar prácticamente cualquier información digital, ya sean estos, archivos de música, video o imágenes, propias o ajenas; esto ha favorecido no sólo a una desmedida distribución masiva de archivos multimedia, sino también una progresiva «objetualización» de la cultura. Esto trae consigo muchas consecuencias pero principalmente la posibilidad de que cualquiera pueda alterar los contenidos a su conveniencia.

Desde ese entonces el tema del Copyright © fue debatido fuertemente, sobretodo por las compañías que producen, distribuyen y controlan contenidos… y Lars Ulrich.

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El punto es, ¿hasta dónde llegan los derechos de autor?

El Copyright © se creo para incentivar a las personas a crear y proteger su obra, no para limitarlas creativa y comercialmente.

Haciendo alusión a lo que Lawrence Lessig fundador de Creative Commons promueve, a medida que avanza la tecnología se han modificado los derechos de autor, en cambio la cultura libre permite que los creadores posean la autonomía sobre la distribución y modificación de sus trabajos creativos. 

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Actualmente existen plataformas que han modificado la manera en la que consumimos contenidos, solo basta observar como Spotify, Apple Music, SoundCloud, Mixcloud o Netflix toman ventaja sobre los métodos tradicionales de distribución.

El activista Web y cineasta Brett Gaylor en su documental «RiP: A remix manifesto», profundiza sobre los problemas relacionados con los derechos de autor en la era digital, el panorama actual con los medios de comunicación (hoy en crisis) y la ruptura entre usuario y creadores.

¿Hasta dónde es posible legislar los derechos sobre una obra?, ¿Qué es original y qué es una copia?, ¿Quién controla el uso de los contenidos?…

Andrew Loog Oldham, Mick Jagger y Keith Richards nos dieron una lección imperdible sobre los derechos de autor de la tristemente célebre Bitter Sweet Symphony de The Verveque como muchos lo sabemos, son dueños de las regalías al 100% de esta pieza, que irónicamente habla de lo agridulce que puede ser la vida.


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Este es un buen ejemplo de como la música se reduce, reusa y recicla para dar paso a una nueva pieza.

The Last Time – Rolling Stones 1965

The Last Time Instrumental – Andrew Oldham Orchestra 1966

Bitter Sweet Symphony – The Verve 1997

Sinfonía Agridulce – Instituto Mexicano del Sonido 2009

Para entender a fondo este asunto tendríamos que clavarnos en cuestiones éticas y legales muy controversiales, el hecho es que el tema esta sobre la mesa y al final todos somos parte del dilema.

Foto: Nina Paley
Foto: Nina Paley

Así que si lo tuyo es eso del Copy + Paste ten cuidado porque puedes ir a prisión o quedar en la ruina.